El Bar de CABRAL



Los bares han sido siempre, parte de un popular fenómeno social, que marcaron la cultura y las costumbres de numerosas generaciones. Tradicionalmente, son lugares de encuentro y reunión informal, frecuentados a diario, generalmente por un público masculino,dónde se comparten vivencias,se discurre sobre la actualidad política y deportiva,mientras simultáneamente se disfruta de un buen café, una bebida espirituosa,una partida de billar o de cartas y donde los que no tienen nada que hacer simplemente dejan transcurrír el tiempo.En definitiva un refugio de todos aquellos que pretendían desligarse, por un momento, de los avatares diarios. Era una especie de ocio organizado.donde se arrinconaban los problemas y se hablaba solo por el hecho de hacerlo, para descargar la mufa y convertirla en algo positivo: distenderse, relajarse, pasar un rato agradable y encontrar una oreja que escuche, el bar era la respuesta contra la soledad. Tiempos en que se pagaba la copa o la vuelta. Sin ser bares, los Hoteles Urrutia e Internacional,la Fonda de Molinari,los Clubes Social y Huracán,”El Descanso”,cada uno disponía de un sector de sus instalaciones que reunía ese requisito,cada uno con su propia identidad y cuya habitual concurrencia de parroquianos estaba claramente diferenciada. Las viejas heladeras (algunas de ellas a Hielo,que era traído desde Azul),antiguas maquinas de café Express y estanterías con antiquísimas botellas de recuerdo eran la marca registrada de la común ambientacion.La vida pueblerina se desenvolvía monótona y sin sobresaltos,en los bares transcurría buena parte de la vida social dónde,diariamente después del almuerzo,hasta el horario de apertura de los comercios y/o a partir de la tardecita hasta la hora de la cena,se jugaban interminables partidas de Mus,Truco ,Chinchon,Generala,etc, sólo por los porotos, por el copetín, por la “vuelta” o por el honor donde no podía faltar la rueda de curiosos ni algún altercado, (salvo en el Club Social,donde el juego estaba fuera de las miradas indiscretas y solo era noticia luego de alguna redada por la cual los asistentes terminaban en la Comisaria,por infracción a la ley de juego) .El billar ,las bochas,el sapo y mas tarde el metegol se encontraban entre las variadas opciones puestas a disposición de los parroquianos,cuyo numero se acrecentaba los fines de semana,momento en que se acercaban al pueblo los “paisanos” del campo.



Menos sofisticados,eran los Almacenes de barrio,con su “despacho de bebidas”,en ellos recalaban principalmente los parroquianos de menores recursos,obreros en general,que concurrían luego de finalizar su horario de trabajo vespertino,para compartir una copita de vino o caña,amenizada con alguna truqueada,antes de dirigirse “pa’las casas” cuando la hora de la cena se avecinaba,la mayoría de las veces entonados y con la botella de vino bajo el brazo.En la periferia,por entonces frente a la cantera de tosca y basurero,(actual esquina de  Quiroga y Sarmiento)hubo un bar que se hizo popular por su original nombre ,estampado en la parte superior de su frente en enormes letras de molde,en colores a la cal,era el Bar “El Tome y Traiga”,de Regolini ,alli mayormente recalaban,los de a “caballo” .Regresamos al Centro,sobre Cortázar, casa por medio con “La Despensa”,encontrábamos al Bar que da pie a esta pequeña reseña,el Bar de Cabral,el Bar por excelencia.Contaba con un amplísimo salón, en cuyo ambiente interior,se destacaba un elemento único entre los bares de la localidad, una amplia tarima elevada con barandas, ocupaba todo el lateral izquierdo,era el escenario sobre el que se realizaban espectáculos diversos.En este aspecto, había seguido la costumbre de los bares capitalinos,que para atraer clientes celebraban variados espectáculos ,en especial del genero musical ,orquestas y/o artistas en vivo, contra quienes la victrola ,el medio de difusión musical de la época poco podía hacer.Mayormente quienes se llegaban a la localidad para brindar allí sus espectáculos,eran artistas trashumantes,muy habituales,en las décadas anteriores al año 1950 ,solitarios o en duos,excepcionalmente algún trio.Trompetistas,Clarinetistas,Saxofonistas,
Guitarristas,Acordeononistas,Bandoneonistas Cantores,Trovadores,Prestidigitadores,Magos,
Ilusionistas etc. eran quienes protagonizaban sendos espectáculos,en una unica funcion,a la “gorra”,excepcionalmente se cobraba entrada,que se ofrecían al publico en días hábiles o feriados.En ocasiones,los espectáculos eran anunciados con anticipación mediante afiches que eran exhibidos en la vidriera del Bar y en otros, prácticamente en el mismo día de la función,en éstos casos,los artistas llegaban por la noche anterior de su presentación,de manera que por la mañana ellos mismos recorrían las calles de la localidad,a píé, publicitándose, despertando la curiosidad de los mas chicos y el interés de los mayores.Iban deteniéndose en las encrucijadas callejeras para en ese lugar hacer sonar sus instrumentos musicales y/o, acompañados por el batir de un tambor,cual pregoneros coloniales ,realizaban los anuncios con el auxilio de una bocina metalica,no pocas veces luciendo la estampa de “hombres sándwich” entre los afiches del frente y espalda .Mientras, en la vereda del bar, una doble pizarra,anunciaba a los transúntes el “ Hoy-Debut-Hoy”,junto con la hora y el tipo y nombre del espectaculo,que solía convocar a unas pocas decenas de espectadores masculinos con exclusividad.En los 50 la llegada de los artistas trashumantes se fue espaciando y los espectáculos dejaron de realizarse.En los años venideros y hasta su cierre definivo (una verduleria.fruteria ocuparia ese lugar)a comienzos de los años 60,la tarima-escenario permaneció como mudo testimonio de una época añorada que ya no volveria.En la memoria de los mayores persistía el recuerdo de algunos artistas que dejaron su impronta,tal el caso de un Ilusionista húngaro, que deslumbró con sus trucos,uno de ellos ,el mas recordado,consistia,en solicitar un reloj de bolsillo(los relojes pulsera,eran una rareza por entonces)a alguno de los presentes,colocarlo sobre un pañuelo extendido sobre una mesita para luego “destruirlo” con un martillo,a renglón seguido,envolver las partes dispersas con el pañuelo y con un pase mágico hacer aparecer el reloj intacto que era reintegrado a su dueño,que en el interin,no podia dejar de sufrir y lamentarse por el destino del reloj,tal era el realismo del acto protagonizado por el Ilusionista.

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