Es muy frecuente por estos tiempos escuchar, sobre todo de quienes peinan canas, la frase “¡¡Inviernos eran los de antes!!”.
Hoy vivimos bajo la persistente alarma e invocación del Calentamiento Global qué, sumado a la inmediatez de las percepciones humanas, influidas por el recuerdo del corto plazo, nos impiden percibir los reales cambios climáticos a lo largo de los tiempos ,que excede por mucho el lapso de vida de un ser humano.
Es cierto que a esta altura de nuestra civilización se comprueba que hay elementos nocivos generados por el hombre que afectan la atmósfera que nos rodea conformando un fenómeno que se denomina “efecto invernadero” cuyas implicancias son, el aumento paulatino del promedio de temperatura,con tendencia creciente para los años por venir.
Sin embargo estudios científicos serios,realizados mediante el análisis de antiquísimos árboles como la Araucaria de nuestra Patagonia nos dan resultados que pueden resultar desconcertantes.Se sabe que el crecimiento de los árboles es proporcional a la temperatura ambiente,algo que se puede verificar por el espesor de los anillos que certifican el crecimiento anual de una planta.
Pues bien, realizado el estudio sobre una Araucaria neuquina,que al momento del descubrimiento de América, estaba en pleno desarrollo,se pudo determinar qué, a lo largo de los últimos quinientos años la temperatura,para esta parte del continente se ha mantenido desde entonces cuasi sin variaciones.
Eso dice la ciencia,nuestra percepción suele no concordar,por eso si, nuestra memoria viaja hacia atrás unas 50/60 años,seguro que en primera instancia, automáticamente decimos que ¡Inviernos eran los de antes!Indudablemente es asi,pero ¿lo es en el sentido real?,seguramente no,puesto que nuestras percepciones estan influidas involuntariamente por los cambios operados en nuestra calidad de vida,antes que en los cambios climáticos reales.
Es verdad que había inviernos crudos, con 50 o 60 heladas continuas,pero también inviernos benignos,donde en pleno junio/julio,el “veranito de San Juan” provocaba nieblas que se enseñoreaban al compás de temperaturas desusadamente elevadas para la estación.Eso si, los frios de entonces de hacían sentir,muy pocas viviendas estaban calefaccionadas,no había gas natural y gas el envasado una rareza,el único ambiente calefaccionado de una vivienda solía ser la cocina,donde una “económica” Istilart servia para cocinar ,proveer de un poco de agua caliente y calor por añadidura,en base a leña,ramas, marlos de maíz o el estiércol de vaca desecada.
Otros podían tener un brasero que se encendía fuera y una vez convertido el carbón en brasas,se lo entraba a la cocina donde servia para calentar el agua para el mate o cocinar y brindar un poco de calor a la rueda que se formaba en derredor.
El brasero tenia un equivalente que funcionaba a kerosén, la “Carucita”,una pequeña cocina a kerosene de marca Caru,a gotero,cuando no se utilizaba para cocinar servia como estufa,pero siempre estamos hablando de la cocina(Mas tarde aparecería el Bram-metal).
El resto de los ambientes estaban al natural,por ello a la hora de dormir, previamente se preparaba el “porrón” con agua caliente o se calentaban uno o dos ladrillos que, envueltos en trapos servia para calentar previamente el lecho y luego mantener calientes los pies durante la noche.La vivienda típica del tipo chorizo,con todos los ambientes en hilera,con una galería descubierta,hacia la cual daban las aberturas,puertas y/o ventanas con postigos.
Por la mañana al abrirse los postigos los vidrios se encontraban opacados por la escarcha que con sus figuras geométricas los cubría por “dentro” ,producto de la congelación de la humedad ambiente interior,el mismo fenómeno acontecía en la parte inferior del techo de chapa.
Asi por las mañanas,minutos después de haber encendido la cocina para preparar el desayuno o calentar el agua para el mate, comenzaba el deshielo pudiéndose escuchar el goteo sobre los precarios cielorrasos,de quien los tenia,caso contrario el cuello y la cabeza eran la receptora del goteo.
No había agua corriente y muy pocas viviendas contaban con un baño con todos los servicios,el llamado baño era el excusado ubicado al fondo del terreno.
La mayoría apenas contaba con un cuarto precario para el aseo matinal y diario, que en su defecto se llevaba a cabo a la intemperie al lado de la bomba de agua,(o del pozo)como ésta solía congelarse,habia que tener la precaución de reservar un balde en el interior para poder hacerla funcionar en las primeras horas de la mañana.La vestimenta estaba acorde con las condiciones de la epoca,las pesadas enaguas y las bombachas,en las mujeres , los calzoncillos largos en los hombres y las camisetas de frisa y las gruesas medias de lana en ambos,formaban parte del abrigo cotidiano interno.
Si había que salir, mayoritariamente a pie, aparecían los tapados,sacones, sobretodos,sombreros,bufandas y guantes,nada de eso impedía que la mayoría contrajera una afección típica del frío los “Sabañones”,que podía afectar los pies,las manos y las orejas.Los vehiculos,salvo los mas modernos,que eran contados,la mayoría carecía de calefacción, ni hablar de las herramientas del campo,donde los tractores carecían de cabinas,aun así se araba en invierno y de noche y no faltaba hasta quien se durmiera y terminara arando el campo del vecino.
Las comodidades para la vida en el campo(salvo en las grandes estancias)no diferia mucho de lo descripto.Ningun lugar publico o negocio tenia calefacción, era un lujo que solo se podía encontrar en algún “escritorio” o en las Escuelas,donde las maestras debían lidiar con las no siempre dóciles estufas a kerosene.
Desde la perspectiva actual,no hay lugar a dudas de la precariedad de medios con la que se vivia,una muestra de que no siempre todo tiempo pasado fue mejor.
Afortunadamente la senda del progreso en todos los ordenes ha posibilitado ,que servicios por entonces ni siquiera soñados,como el agua corriente,red de gas natural, mas y mejores viviendas,con disponibilidad de calefaccion y agua caliente,electricidad las 24 hs,mejores condiciones laborales etc ,han contribuido a mejorar los niveles de confortabilidad en todos los órdenes, que son en definitiva los que hacen que la percepción hacia los inviernos actuales sea mas benigna,aunque el termómetro no muestre cambios significativos.
Paralelamente a los progresos citados,hubo cambios menos perceptibles,pero tanto o mas importantes que los señalados,es el cambio de mentalidad y actitud frente al confort,por el cual éste dejó de ser visto como un lujo y pasó a ser valorado como un elemento indispensable para la mejora de la calidad de vida.
Esto ultimo cobra importancia en relación con la precariedad de medios del cual damos cuenta,por que ello puede dar una imagen errónea sobre esa época qué, como en todas, también había carencias materiales,sin embargo en la mayoría de los casos esa precariedad no respondía a las carencias económicas,mas bien tenian relación con el antiguo adagio "No es Rico el que más tiene, sino el que menos necesita". Esa forma de vida era tan natural y normal como se la vive hoy,lo cual no hace mas que confirmar que Inviernos ¡¡eran los de antes!!.-
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