Embarrados por el TC



El "Valvulas a la Cabeza" de los Gringos de Olavarria
se adelanta a Oscar Galvez



Las décadas del 40-50 hicieron de Chillar un espectador privilegiado de las competencias del Turismo de Carretera antiguo, dónde las cupecitas recién estaban tomando forma, Los Galvez, Fangio, Marimon, Descotte, Musso, Ciani, Sokol,Petrini,Peduzzi,Marcilla,Francia,eran los apellidos mas conocidos,dentro del centenar y pico de corredores, luego a comienzo de los 50 se sumarian Emiliozzi,Menditeguy entre otros.La Ruta 3,con Chillar a su vera,fue parte del recorrido de Grandes Premios ,las Mil Millas,la Mar y Sierras,y la vuelta de Olavarria,de ésta ultima con una excepcion,una de sus primeras ediciones estuvo constituida por tres etapas,todas con inicio y final en Olavarria,con preponderancia de caminos secundarios,de tierra.Una de ellas,con salida de Olavarria,tomaba el camino de tierra hacia 16 de Julio y luego Chillar,para luego seguir por el camino que entonces pasaba por el hoy cementerio viejo en dirección a Gaviña,fue la única vez que, la calle Cortazar,la calle céntrica de Chillar, formó parte del recorrido de una competencia de TC,asi fue testigo del paso de quien seria el ganador,por entonces un joven Marcos Ciani,seguido por Sokol,liderando un exiguo un lote de corredores, muy reducido, de apenas una decena, por la dureza de una carrera donde la lluvia y el barro se constituyeron en factores determinantes de la deserción de muchos.-
Marcos Ciani



Eran épocas en las cuales los Grandes Premios,largaban a medianoche,con salida simbólica desde el Automóvil Club Argentino de la ciudad de Buenos Aires, dirigiéndose en caravana hasta la Ruta para su largada efectiva,de manera que el paso por Chillar,lo era en la madrugada,alrededor de la hora cuatro.Alli al costado de la ruta en medio de la oscuridad nocturna,se daban cita los aficionados,rodeando al puesto de control,que Don Antonio Flecha,como representante del ACA,levantaba casi sobre el paso a nivel del FFCC,el lugar mas lento, qué permitía indentificar mejor a los corredores y asentar su hora de paso en la planilla de control del ACA,a la luz de un Sol de noche, único punto iluminado del lugar, luego la curva sumida en la oscuridad y un poco mas allá las luces mortecinas de el bar “El Descanso”.-Y las luces ,eran,las que preanunciaban la cercania de los competidores.El reflejo del trío de faros,los dos faros delanteros usuales mas el potente reflector ubicado encima del parabrisas,se hacia visible con mucha anticipación y acrecentaba la expectativa,toda vez que el reflejo percibido variaba en intensidad y dirección y en ocasiones desaparecia,según la ubicación del auto en relación con las subidas y bajadas características del tramo,hasta que momentos después,la intensidad en su plenitud sobre la loma, parecía simular el descenso de un avion desde el cielo,mientras la luz enceguece la visión, el ruido del motor cambia,son los rebajes,la frenada y la toma de la curva en primera,la aceleración, la segunda larga mientras el sonido se pierde en la distancia,apenas se ha podido ver el numero que identifica al corredor y borrosamente la silueta del auto,cuando otro reflejo se visualiza tras la loma.Poco a poco la noche se va aclarando,mientras los competidores siguen pasando hasta que los ultimos lo hacen a plena luz del dia,los aficionados se dispersan , el puesto de control se levanta y solo queda escuchar la radio en casa(no habia entonces radios portatiles) para seguir el desarrollo de la carrera.-






Si la pasada correspondía al recorrido de la ultima etapa de un Gran Premio o de la Mil Millas Argentinas que organizaba el Automóvil Club de Avellaneda,el paso era en pleno dia y en las primeras horas de la tarde tarde,los aficionados ubicados a la vera de la ruta 3,bajo la sombra de los eucaliptos,con la mirada en dirección a Juárez, esperan la llegada de los competidores.Fue en una de esas tardes que Chillar fue testigo del paso raudo y victorioso del famoso “válvulas a la cabeza” de los Emiliozzi,dejando atrás por segunda vez en poco tiempo,a los por entonces imbatibles Juan y Oscar Galvez,con velocidades promedio desusados en esa época, más de 170 Km. por hora.-


Juan Galvez corre luego de cargar combustible

Mas adelante será la tradicional “Vuelta de Olavarria”,quien concitaría la mayor atención de una mañana dominguera completa,con sus cinco pasadas de otras tantas vueltas,del circuito mixto que combinaba rutas asfaltadas y caminos de tierra,siendo Chillar, el vinculo entre ambos, venían desde Azul por Ruta 3 y tomaban el camino de tierra en dirección a 16 de Julio,brindando a los aficionados numerosos lugares para presenciar la prueba,desde quienes preferían la velocidad vertiginosa de la bajada de la loma,el lento virar a la derecha hacia el camino de tierra,una curva cerrada aguda o la “ese” ,frente al Hotel “Urrutia”,junto al paso a nivel del FFCC,donde,desde las altura de la vías permitían gozar de una esplendida visión de los autos y el espectáculo de sus derrapes sobre la “ese”.-Similar visión se tenia en la tradicional “Mar y Sierras”,con llegada por Ruta 3 desde Juárez y bajada a la tierra doblando a la izquierda.Fue en una de ellas en que la lluvia y el barro se convirtieron en protagonistas determinantes de quien seria el ganador y con un final imprevisto,la lluvia determinaria tambien que el final de la competencia lo fuera en Las Armas,lugar donde se cumplirian diez horas de carrera,en lugar de Mar del Plata,la noche y la lluvia obligaron a ello .Con largada en Mar del Plata hacia Miramar,desde allí por caminos de tierra hacia Balcarce y de alli a Lobería, fue en este ultimo tramo,donde Juan Gálvez,



que iba primero con bastante ventaja sobre el segundo, escapó indemne de los efectos de la lluvia el barro,ingresando al tramo de asfalto continuo hasta Chillar,mientras el resto debió detenerse para colocar las pantaneras,Juan devoraba kilómetro tras kilómetro llevando la ventaja de unos pocos minutos a casi una hora al llegar a Chillar,ingresando en el camino de tierra con las gomas no aptas para el barro,el andar era pocos menos que ingobernable,mientras la lluvia arreciaba y los aficionados estaban expectantes al abrigo de las casas ubicadas al costado del camino y en especial frente a la “ese”,cuando el auto de Juan llega a ese lugar colea y sale del camino,para enterrase en al tierra suelta ,ahora convertida en barro,que las maquinas de vialidad, habían arrimado para ensanchar el camino.El motor se detiene y Juan y su acompañante de impecables mamelucos “blancos” y mocasines,se bajan,y se disponen a colocar las “pantaneras”,nada sencillo,el barro,supera los tobillos, hacen seña como respondiendo a los saludos,pero mas pidiendo ayuda y una legión de fanáticos haciendo caso omiso al barro y a la lluvia,colaboran denodadamente,haciendo innecesario el uso del crique ,casi inútil,en este caso,se cambia el rodado,Juan y su acompañante,suben al auto,ponen el motor en marcha,pero hace falta el concurso de muchas manos para ayudar a sacar el auto del atolladero,así sucede,hasta que una brusca acelerada los cubre de barro,y el auto,cual burro hasta entonces empacado, sale disparado retomando su camino,asi,casi si poder ver la partida del ídolo, están ¡embarrados!,hasta las orejas,sí. Pero¡ felices!, de haber tenido la oportunidad unica de ayudarlo, algo que podrán contar a sus hijos y nietos...-

1 comentario:

alberto beltran dijo...

yo recuerdo tenia 4 o 5 años y la abuela DOÑA DOMINGA fierrera la vieja nos llevaba a mi tia y a mi a la madrugada a la ruta porque pasaba la carrera por DIOS que tiempos hermosos